Día 65;

Díganle que llevo tiempo esperándolo. Que no sé si irme o esperarlo en el mismo sitio donde me dejó tirada.

Díganle, es urgente.

¿Dónde estás ahora? ¿Fue todo una fantasía mía? ¿Fuiste solo imaginario?

Todos queremos mucho a alguien.

Pero es preferible que sean felices lejos de nuestras vidas.

Porque cerca no lo son.

2ヶ月.

Quiero ser un poco como tú,

dejar de hablar,

irme sin importarme nada,

lastimarte y no sentir culpa.

Día 58;

Y cuando aprendes a dejar ir a otra persona. No te sientes amarrado al pasado. Aprendes a disfrutar el tiempo que nos regalaron.

Día 57; Conocí a alguien más.

Me gusta la gente seria, que sabe para dónde va y tiene sus objetivos muy claros.

Que están ahí para todo, esas personas valen la pena.

Día 54; A.

No sueltes mi mano, no quiero volver a lo mismo. No quiero volver a extrañar a otra persona. No quiero perderte.

Seamos lo que otras personas se niegan a entregar.

Día 53;

El problema no es querer. El problema es querer tanto a alguien

y luego de su partida empieces a verlo en todos lados.

Pero ahora...

estoy en un punto de mi vida. Donde esperar o rogar cariño no está en mis planes. Quien quiere estar, lo está. No tengo prisa.

Día 47; Quiero que te quedes...

Te fuiste sin despedirte.

Llegué tarde.

Quiero que te quedes,

dejando atrás las decepciones, los mal de amores.

Quiero que te quedes,

porque lo necesitas, porque te necesito.

Quiero que te quedes,

porque tu mirada lo afirma, pero tus palabras lo niegan.

Quiero que te quedes,

porque no dejo de soñarte, no dejas de quererme.

Quiero que te quedes,

porque eres el universo, y yo soy tú astronauta.

Día 44;

A veces dejas a las personas porque sí. Porque ya no caben en tu vida. Ya no necesitas que estorben, y simplemente te liberas.

Día 41;

Ya no te espero más,

no tengo motivos para seguir aquí,

esperándote. Perdiendo el tiempo,

cuando alguien más,

me puede hacer feliz.

you’re my stars, my sun, my moon, you’re my entire galaxy.

Nos despedimos en silencio. Pero cuando se había alejado unos pasos, se detuvo por un instante, se dio vuelta a medias, casi con timidez, y en su mirada me pareció advertir pena, ternura, desesperación. Pensé en correr hacia él y en besar su cara, sus ojos llorosos, su boca amargada; y en en perdirle, en rogarle (sí, más), que nos viéramos, que me permitiese estar cerca. Pero me contuve. Bien sabía que era utópico y que nuestros destinos tendrían que proseguir sin encontrarse... 

hasta la muerte.