martes, 30 de diciembre de 2014

Trece.

"Tenías nombre propio, amor... Tenías una sonrisa de esas que no se saben poner así como así. Tenías un olor que se restregaba con el viento, y se pegaba en mi ropa los viernes a las nueve y treinta y tres de la noche. Te fumaba, amor, te fumaba en ocho caladas y te apagaba en mi cuerpo, lastimandome a quemaduras, y por eso ahora estoy marcada de cicatrices que sólo hablan de ti. Eras pura dinamita, amor, pero no tenías mecha para que pudiera prenderte, y yo no tenía fuego para poder quemarte las ganas. Te creías inmortal, amor y por eso te ambicioné como si nunca fueras a morir. Por eso me creí ese adverbio, que habla de 'para siempres' que sólo me recuerdan a ti. Si, amor, nunca supe cómo quitarme las ganas de estar bajo tu mismo cielo, de consumirte bajo la misma luna y despertarme contigo por el mismo sol. Tenías tantas formas de acabar conmigo, amor... que aveces creí que moría de ti. Eres mi droga, amor, y mi perdición. Pero todos queremos que nos encuentres, amor. Que todos dicen que eres suyo, pero yo, no se lo niego y por eso te oculto, te mimo y te personifico, y te guardo en secreto, porque sé que eres tú, amor".

1 comentario: