Quiero querer sin amar, y amar queriendo hacerlo. Quiero descubrir lo que es no buscar el sentido de las cosas, porque mientras se sientan, la respuesta siempre estará en sus bocas, en sus palabras y gestos, en cada nota. Quiero hallar el amor en un abrazo, y el placer entre unos labios. Y quiero tomar café por la mañana... Quiero dormir con personas que me abracen como si la noche nos mirase sólo a nosotros, y quiero despertar con quienes me hagan no querer estar en pie.
Y ojalá poder amar como amo oler las páginas de un libro.
En una ocasión escuché en una película: "Nuestras huellas no se borran jamás de las vidas que tocamos", y a menudo pienso que tampoco lo hacen los besos de todas aquellas bocas a las que hemos amado.
Pienso mucho en el amor (aunque nunca lo demuestro). En lo que puede ser y significar. En como debe ser cuando se sienta de verdad.
¿Puede uno estar seguro de no haberse enamorado, o es lo que nos decimos para no perder la esperanza de encontrarlo? No lo sé. Pero si a mí ya me ha pasado, entonces no tengo ni idea de lo que estoy haciendo con mi vida.
También me cuestiono con frecuencia la capacidad de amarme. Y, por encima de todo, la libertad para poder hacerlo.
He querido inmensamente a personas a las que jamás volveré a tocar o mirar, y he querido a quienes hoy por hoy sólo me quieren olvidar.
Pero muchas son las veces que me he herido por sentir amor dividido.
Por querer y no hacerlo en compromiso.
Hay personas que me besan y me quieren, que me acarician como si el mundo estuviera a punto de morir. Hay quienes desean con timidez, y quienes lo hacen con fuerza. Y hay quienes sienten tanto que son un caos de emociones sin control. ¿Por qué habría de perder la oportunidad de vivir en su corazón?
Me niego. Quiero sentir a cada persona que quiera ser conmigo. Creo que es una forma única de entrar en ellas sin necesidad de llamar a la puerta, porque ya te están esperando.
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