miércoles, 3 de agosto de 2016

¿Ves?, el amor de golpe asusta.


¿Te acuerdas, al principio, cuando me decías que no te miraba a la cara? A los ojos, que siempre escondía tus ojos de los míos y no al revés, como si tus ojos fueran algo bonito que hubiera que mantener a cubierto. Que agachaba la cabeza y me reía. Siempre me preguntabas por qué.

Estaba loca por ti. En mis ojos podrías haber leído perfectamente esa sentencia. Y era una catástrofe de átomos ebrios disparándose en mi interior hacia todas partes. Oh, no lo sabes bien... Me hubiera ahorcado por mirarte de frente y en el mismo acto habría resucitado para verte de nuevo, pero... estaba tan segura de que si te miiraba a los ojos verías a una inocente y cándida niñita enamorada, que me asustaba.

El hecho de, qué sé yo... te inquietara ver el prado tan fértil sin haber plantado apenas semillas. Que se desprendieran lirios por mis mejillas desde las ventanas del iris como una regadera infinita y tú acabaras con mi amor cortándolo como a los viejos rastrojos.

¿Ves?, porque el amor de golpe asusta. Porque uno no está acostumbrado a que llegue alguien, se saque el corazón y le diga: toma. Y yo no quería asustarte, no quería causarte una mísera duda. Mi amor era blanco, y una mísera duda... habría perturbado el color.

No hay comentarios:

Publicar un comentario