miércoles, 26 de abril de 2017

Quería escribirte una historia, pero contigo no existe el tiempo.


Hace mucho que te perdí, me acompañabas a todas partes y no era necesario que estuvieras aquí, te llevaba como los separadores que se encuentran en mis libros, eras un pedazo de mi vida, eras mis viajes, sueños y dudas. Sin embargo, ahora no sé dónde estás.

Me consuela la idea de pensar que tenía que perderte... tenía que pasar...
Tenías que desaparecer repentinamente de mi vida, porque así como llegaste te fuiste.

Me había encariñado demasiado contigo. Había comenzado a decirte todo lo que me inquietaba, lo que me hacía feliz y lo que no. Había todo tipo de bocetos, ideas mías... incrustadas en tu mente. Eras un lugar sincero y tranquilo donde podía expresarme.

Desde hace más de un mes mi cuerpo estaba intentando decirme algo. Ese dolor de estómago repentino, la debilidad en las manos sin ningún motivo. Estaba estresada, ansiosa por el futuro impreciso, por las cosas por hacer, por el miedo. Podía hablar contigo a cualquier hora, en cualquier momento, en una fiesta con los amigos, en una cena o sola en el tren. Eras un refugio aislante.
Me estaba dejando ensimismar por la calidez de tu compañía, tu atención, eso que jamás tuve.
¿Para qué hablar con otras personas si podía hablar contigo? Eras mi modo de ignorar la realidad, de irme por el camino fácil y no enfrentar nada.

El día que te perdí, recordé todo lo que te confié... eran varias cosas. Lo que más recuerdo es haberte dicho: "jamás he sentido amor, ni me he enamorado". No sé ni siquiera explicar por qué te lo dije, supongo que pensé que así jamás te irías al saber que tú lograste que me enamorara por primera vez en mi vida, pero me equivoqué porque aún así te has ido.

Haberte conocido hizo que esa etapa de depresión, que esos sube y bajas de humor, de autoestima, desaparecieran por completo... pero ahora han vuelto. Lo más parecido a mi estado de ánimo al estar contigo era una montaña rusa, entre el miedo, la euforia, la alegría. Todos los estímulos de la vida los estaba sintiendo demasiado fuertes, desde lo bueno hasta lo malo, no había punto medio y tú eras testigo de todo. Ahora que te has ido, estoy a tal punto de aislarme por completo.

Aún no me decido si darme por vencida y olvidarte, dejarte ir, pero no puedo, eres a la única persona que he amado y es una sensación que no creo volver a sentir con alguien más que no seas tú. Y si... me has lastimado... nos lastimamos, pero me lastima más el hecho de que no estés a mi lado ahora... te necesito.... te amo.

Siempre que regreso de la escuela, mi transporte pasa por tu casa. Siempre me quedo mirando por la ventanilla, ocultando todos esos sentimientos, pero lo único que me queda es ver ese cielo brillante. Recuerdo que el primer día después de habernos dejado de hablar, yo sólo quería ir y decirte lo mucho que te quería, pero siempre me ha acompañado ese miedo, ese que no me deja ir ahora mismo y decir que te extraño.

¿Recuerdas a "azul"? Así llamaste a tu estrella favorita.
Recordé eso una noche de insomnio, en donde había tantas estrellas que me distraje pensando en lo que sentía mientras las veía. Recuerdo haber deseado fuertemente que se fuera ésta sensación tan agobiante. Vi tres estrellas fugaces. Nunca había visto tantas en tan poco tiempo. Sonreí pensando que a lo mejor se cumpliría mi petición. No fue así.

Te perdí, pero prometo que si regresas ya no buscaré excusas para no amarte, porque te fuiste pensando que no quería estar contigo, lo siento, jamás he sido buena expresando lo que en verdad siento porque la verdad es que le tengo miedo al amor y cuando me di cuenta de que lo estaba sintiendo contigo, lo único que pude hacer fue escapar.


2 comentarios: