martes, 22 de marzo de 2016

Verdades que duelen.

"Querida yo, aprende de una vez por todas, que todos se van en algún momento. Todos".


Hace mucho que vengo pensando en esto, reflexionando sobre todas aquellas personas que entraron en mi vida y que, pasando el tiempo se fueron.
Personas que considere especiales y hasta creí que estarían en mi vida por un largo tiempo. Que creí que serían permanentes, con las cuales me abrí como no he hecho nunca con nadie, personas que considere amigos demasiado pronto... pero el tiempo (el poco tiempo) me demostró la realidad.

Y no lo digo como algo egoísta o con resentimiento. En verdad hace unas semanas, cuando pensaba hacer esta nota, si tenía resentimiento en mis palabras, y un sentimiento de egoísmo al querer estar sola, sin nadie más que entrara a mi vida para lastimarme... pero ahora que estoy "tránquila" no lo veo de ese modo.

Tampoco es que acepte que entren en mi vida, tomen lo que quieran y se vayan, sino que creo que debo darles menos espacio, menos confianza a las personas, esperar un tiempo a ver en qué se convierten y cuáles son sus verdaderas intenciones, quizá hasta más que eso, porque puede que no nos corresponda a nosotros (o a los otros) decidir cuándo tiempo quedarse, sino al tiempo, los sucesos que interfieren en nuestra vida y nos llevan por otros caminos.

De todos modos. Nacemos y morimos solos. Por más que tengamos amigos o padres, es inevitable sentirse solo y estamos solos. Los problemas surgen, los desafíos también y corresponde a cada uno de nosotros resolverlos solos. Enfrentar nuestros miedos solos.

Creo que no debemos aferrarnos a nadie, las personas están en nuestra vida por momentos y en esos momentos tenemos que aprovecharlas como ellas se aprovechan de nosotros y disfrutar de ellas lo máximo posible sin aferrarse, para que cuando se vayan no nos lastimen y podamos estar abiertos a otras personas, otras experiencias.


No hay comentarios:

Publicar un comentario