martes, 10 de enero de 2017

太陽.


Cierro los ojos y permito que la brisa me lleve con ella.
Acá sentada en el mar, me siento plena.
La arena se cuela entre las grietas de mi piel pero no me molesta, me reconforta y permito que los granitos reparen lo poco que queda de mí.
Acá sentada sola en el mar, me siento bien.
Mi cabello se despeina con el viento que se lleva todos y cada uno de mis recuerdos que un tiempo atrás me hirieron.
El sol hoy me acompaña, con su luz ilumina mi mirada. Su calor me abraza como un viejo amigo.
La tormenta pasará, las nubes grises ya se irán y al final podré sanar.
Acá sentada en el mar, me siento en paz.
Por más que esté rota, por más que esté desangrándome; él me puede curar. Será mi confidente y le contaré mis secretos que no podré ocultar.
El cielo, mi bonito cielo, pintado de un azul parecido a sus ojos, ya no lo recuerdo. Se va también con el viento.
Acá sentada en el mar, me siento completa.
Las rocas desiguales se expanden ante mí. Su textura fría y áspera me recuerdan a mis manos, que se sienten vacías si no estás sosteniendolas a mi lado.
Viene la noche, se hace mi amiga y comentamos lo que nos pasa.
Ella me confiesa que se siente cansada,
¡pobre noche, hay tantas cosas que la atan! La luna la tiene harta.
Comienza a llorar y su oscuridad cae sobre mí como si fuera lluvia.
Ella ya no me entristece, ni su llanto me da lástima. La abrazo como el sol lo hace conmigo, y le digo que todo va a estar bien.
No hace caso a mis palabras y rompe el cielo con un relámpago. Pequeña noche oscura y delirante, ni mis palabras te podrán salvar del desastre que te creaste.
Me acompaña a casa; la constelación del toro y me arropa. Es una buena amiga en verdad. Dice que está loca porque tiene miles de estrellas.
¿No has visto a la galaxia entera?  


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