domingo, 1 de enero de 2017

Mi hallazgo.







Ese sentimiento de estar mirando a la persona, y querer hacer algo. Quedarte observando, estudiando cada gesto suyo, cada movimiento, analizando cada una de sus diferentes sonrisas, admirando cada suspiro que sale de su boca como una bocanada de aire fresco cada vez que me mira, queriendo inhalarlos todos así.

Sentir electricidad, como una corriente eterna que se apodera de mí cada vez que me recorre el cuerpo entero con su mirada felina, y se acerca a mí poco a poco, con miedo a desmoronar su única guarida segura.

Y cada vez que me acaricia, mis piernas se olvidan de lo que era la atracción de la gravedad. Mis ojos se pierden entre sus pestañas, en las que podría pasarme toda mi vida columpiándome como la pequeña que soy.
Mis manos se pierden entre los botones de su camisa y se enredan en su cabello, queriendo perderse en él como lo hacen mis miedos cuando noto su presencia cerca.

Querer perderme contigo y encontrarnos en mitad de un beso, una caricia, un "te he echado de menos"... Seguir perdiendo el juicio cuando se trate de él, la lógica, la costumbre de no querer levantarme un lunes por la mañana, si sé que le tendré a mi lado al despertar, los papeles y estribos. Pero nunca la ilusión por hacerle sonreír una vez más, por verle de nuevo a mi lado cada mañana y verle feliz por momentos, o llorando y arroparle con mis brazos. Mecerle hasta quedarse dormido con su cabeza apoyada en mí.

Quiero saber que acudirá a mí cuando todo su mundo se desmorone, que soy uno de los motivos por los que la rutina ya no se le hace tan cuesta abajo, sino que hasta tiene ganas de que vuelva a empezar la semana sabiendo que a final del día estaré esperándole escondida bajo sus sábanas, para volvernos indestructibles y eternos una vez más, juntos.

Y veo tantos rincones abandonados en él, todos tan bien escondidos y cerrados bajo llave. Tiene tantos trozos oscuros y apagados, que me entran ganas de adentrarme en ellos, aunque pueda ahogarme en el intento de lo profundo que se encuentran, y curar todas sus heridas llenas de pólvora que se encuentran incrustadas bajo su piel de tanto desgaste, de tanta desilución incesante.

Creo que ya es hora de que alguien luche por él, por su carácter, su genio y sus inseguridades. Porque es más inseguridad que persona, pero eso simplemente le hace ser un desastre precioso y tan valioso.
De que alguien se quede a su lado en sus día de bajones y le haga ver que sus imperfecciones son más que perfectas, únicas y délicadas. Tan frágiles como él.

Y siento un miedo atroz de perderle, el cual aumenta por momentos. Entre más me gusta y más me dice que no se va a ninguna parte sin mí, más me aterra que en algún momento pueda suceder, Porque con él me pasa que no quiero ni finales ni despedidas.

¿Sabes ese sentimiento? Como cuando estás hablando con alguien y te sientes tan orgullosa. Sientes pirañas devorándote por dentro con solo mirarlo, porque todos saben lo valiosa y preciosa que es esa persona, y tú sabes que está contigo, que te ha escogido a ti.
Y no necesitas compartirlo con todos los demás, porque lo que sientes hacia esa persona es inexplicable y tan fuerte, que prefieres quedártelo para ti y hablarle a tu mente sobre él en silencio.

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