domingo, 25 de junio de 2017

(Aquí se termina el poema).



Lo que no te mata
te hace desear estar muerto...

Tengo un vacío en mi alma
creciendo más y más
profundamente...

Y no puedo tomar
otro momento más de éste silencio,
la soledad está cazándome.

Y el peso del mundo
está haciéndose
más difícil.

¿Puedes decir qué ves en nuestros ojos?
No vamos a ninguna parte.
Vivimos nuestras vidas como si estuvieramos listos para morir.

Pienso que todo está bien, insisto en ignorar lo que mi cuerpo quiere decir.
Comienza el concierto e intento concentrarme
en alguno de los músicos.

El chico del bajo se mueve extrañamente,
a lo mejor su cuerpo también
intenta decirle algo.

Empiezan a tocar una canción que me emociona muchísimo
y vuelve la misma sensación.
Ésta vez siento que la sangre se va de mis brazos y no puedo cerrar los puños,
no tengo fuerza.

Sin darme cuenta, ya no estaba en el concierto,
estaba en mis pensamientos repasando eso
que me da angustia desde hace ya mucho tiempo,
sin querer,
allí está de nuevo ese acompañante invisible; el miedo.

Lo sentía siempre antes de empezar actividades nuevas, ir al colegio, incluso antes de las fiestas de mis amigos, ese miedo que bailaba en mi estómago y no precisamente por maripositas o ridícules de amor. El miedo me ha acompañado siempre, imagino que a todos.

No había descubierto la fuerza de mi cuerpo, de mi mente y de cuánto me afectan las cosas. Lo que no digo, me afecta. Cuando sucede algo en mi vida que intento ignorar, mi estómago hace de las suyas y me juega sucio, o limpio, porque al menos mi estómago no se queda callado.

He vomitado angustias, preocupaciones, pensamientos; Vomito todo lo que no digo.

¿De qué sirve someter el cuerpo a tanto estrés? ¿Por qué tanto miedo a las palabras?

Todo lo que no dice la boca lo dice el cuerpo y lo he comprobado muchas veces. Desde la felicidad hasta la tristeza más profunda. Muchas veces me he sentido incómoda dentro de mi misma y es justo en esos momentos que mi cuerpo habla y me da una lección.

Cuando mis manos deciden enfriarse y quedarse sin fuerzas y mi estómago decide hablar por sí solo, me doy cuenta de cuánto me cuesta escucharme, porque siempre es más fácil ignorar lo que incomoda, hasta que el cuerpo dice: ¡Basta!
Y empiezo a sentir que mis miedos gotean, mi estómago se contrae y siento el vómito venir, los sapos y culebras, las palabras no dichas, la tristeza no identificable.

El cuerpo nos habla y nos dice que no queremos escuchar. Siento que debo obligarme a hablar conmigo misma, al darle un respiro al estrés y dejar ir al miedo, regalarle un viaje sin retorno, porque la vida con miedo, es lo más cercano a una prisión.

Perdón, te quise mucho, qué torpe.

sábado, 24 de junio de 2017

Maldita dulzura la mía.



Cuando lo conocí,
tenía diecisiete,
él años, yo cicatrices.

Cuando lo conocí,
tenía diecisiete,
yo primaveras, él disparos.

Cada uno tenía diferente sufrimiento...
Por eso nos necesitabamos tanto.

jueves, 22 de junio de 2017

miércoles, 21 de junio de 2017

5ヶ月.





5 meses... Aún no puedo creer que haya pasado tanto desde el último "hola". ¿Cómo he dejado pasar tanto tiempo?, ¿cómo he continuado sin ti?
Te diría "no lo sé", pero estaría mintiéndote... estaría mintiéndome.
Cada día que pasa es una constante agonía por intentar superarte... ¿y cómo?
Con personas que solía conocer y quieren una nueva oportunidad y aunque no la merezcan... se las doy. ¿Y sabes qué es lo peor? Que tantas oportunidades que ya he dado, no se comparan con todas las que te he dado a ti y las que sigues teniendo para volver a mí. ¿Cuándo volverás?

martes, 20 de junio de 2017

Rise.



Algo que aprendí es que nunca debes mirar atrás.
El pasado está muerto y enterrado.
No ganas nada aferrándote a él. Lo único que importa es el hoy. Pero estoy teniendo unos sueños extraños. En ellos nada es real, nada es firme, todo es fantasía. Todo está torcido. Una ilusión.
En estos sueños, soy una vida que ya pasó.
El presente no significa nada.
El presente es sólo un fantasma que me acecha.

domingo, 18 de junio de 2017

Epitafio: Ya es un poco tarde para flores.


Te quise porque le cambiaste el perfume a la soledad. Te quedaste. La vida se hizo menos dolorosa y más llevadera. Salió el Sol donde hace tiempo reinaba la oscuridad de los poetas más tristes de la historia. Si leía algo lo relacionaba con la melancolía. La felicidad, incluso; qué doloroso era saber que a todos les llegaba pero a mí me tenía siempre en una sala de espera que nunca llegaba a atender. Estaba esclavizada, rindiéndole pleitesía a ese Dios que inventamos para no estar solos. Yo me inventé uno y le puse Sol. Así que Sol tenía la capacidad de llevarme adonde quisiera. La pasaba sola, lloviendo en un rincón. Otras veces hacía que desembocara toda la tristeza que llevaba días o años acumulando. Las depositaba todas en un altar y Sol las recibía. Mis pensamientos se dividían en malos y no tan malos. Sol me los echaba todos en la cara hasta que llegaste. Nunca supe de dónde ni por qué, ni quién te habló de mí, ni cómo fue que coincidimos un día en aquel café. Pero te vi y supe que algún cronómetro, en alguna parte del mundo, comenzó con su cuenta regresiva. Te quise por eso, corazón. "¿Y cuál es tu nombre?", preguntaste. "Soy quien tú quieres que sea", te dije, sabiendo que disponía mi cabeza bajo la guillotina. Mi yo de entonces le dio paso a ésta que soy ahora. No sé en qué momento, pero morí. La cuenta regresiva terminó. Fue la primera vez que desobedecí a Sol y en lugar de ir con él me quedé a tu lado. Contigo comprobé que existe vida después de la muerte.

jueves, 15 de junio de 2017

miércoles, 14 de junio de 2017

Ojitos de charco.


Empezó a llover pero dentro de mí.
Tan dentro que no salió ninguna lágrima,
la que lloraba era mi alma.

Tengo ganas de llorar,
de romper todo, de gritar.
Pensé que todo iba bien,
pero siempre hay algo que lo arruina.

No pensé que sentiría esto en mi pecho otra vez,
que sentiría la soledad,
que sentiría ganas de llorar
y dormir todo el día, que sentiría ganas de morirme
por no aguantar más.

No pensé que volvería a lo mismo
nuevamente.


martes, 13 de junio de 2017

Estoy obsesionada con tu fantasma.


Toda la vida lees cuentos de amor, ves películas, escuchas canciones y todo lo que se te pueda ocurrir. Te dicen tantas cosas del amor que jamás las entiendes hasta que te pasa. Literalmente un día los cables se juntan y lo entiendes, las estrellas se alinean, el cielo dice "si". Entiendes el porqué hay obras de amor, porque la vida para y va a mil kilómetros por hora, porque se vuelve una necesidad, una obsesión, una droga. Te vuelves adicto a lo que te alimenta el alma.

Lo maravilloso de todo es que no lo entiendes, hasta que lo entiendes.

jueves, 8 de junio de 2017

Seda y leche.




El olor se impregnaba por todo el parque, claro, inconfundible, pero fino y sútil.
Sentí palpitar mi corazón, no palpitaba por el esfuerzo de correr, sino por la excitación de mi impotancia en presencia de su aroma.
Intenté recordar algo parecido y tuve que borrar comparaciones, pues su fragancia tenía frescura, pero no la frescura de las limas o las naranjas, no la de la mirra o la canela o la menta o los abedules, no la de la lluvia de mayo o el viento helado o el agua de manantial... y era... a la vez cálido, pero no como el jazmín o el narciso, no como el palo de rosa o el lirio... Su fragancia era una mezcla de dos cosas; lo ligero y lo pesado, no... no una mezcla, sino una unidad y además sútil y débil y sólido y denso al mismo tiempo, como un trozo de seda fina y tornasolada, pero tampoco como la seda, sino como la leche dulce en la que se deshace la galleta... lo cual no es posible, por más que quisiera...
¡Seda y leche!
Una fragancia incomprensible, indescriptible, imposible de clasificar; de hecho su existencia era imposible. Pero ahí estaba, en toda su magnífica naturalidad.